martes, 14 de febrero de 2012

El negocio de programar

Cualquiera que se dedique al noble arte de programar se habrá encontrado ante la situación de tener que dar plazos de entrega de sus proyectos. Trabajando por cuenta propia seguro que, además, ha tenido que dar valoraciones económicas. Pero donde realmente está el reto es en trabajar directamente con el cliente.

El cliente es ese elemento en nuestra relación profesional que siempre te dice lo que quiere aunque no sepa lo que necesita:
  • Si, mira chico. Quiero que aquí me pongas un botón de grabar, pero si el formulario no está completo quiero que aparezca una banda de mariachis cantando para que el usuario sepa que no puede grabar.
Otras veces, simplemente no quiere lo que le has hecho porque resulta que no le sirve:
  • Si, esto es lo que te pedí (suponiendo que lo reconozca), pero me da igual. Ahora quiero que en lugar de grabar, cada vez que se complete un dato en un campo se conecte a una base de datos y lo valide, y si todos los campos están validados que pase automáticamente a un nuevo registro.
Algunos, incluso, son conscientes de su propio desconocimiento y lo aprovechan:
  • De momento tira con esto y luego ya veremos.
Y mi frase favorita:
  • Esto seguro que lo puedes tener para mañana. Si solo son dos ventanas más..... x-(

Pues bien. Igual que a veces la verdad se revela en unos posos de café o en una inspiración mística durante un paseo por el campo, yo me tope con la realidad de nuestro trabajo en una película infantil. La película en cuestión es "Los pitufos" y aquí os dejo la escena. Seguro que más de uno se sentirá identificado.


Os invito a que compartáis vuestras experiencias...